Encontrarse es compartir
El campamento desde nuestra concepción es un encuentro con nosotros mismos, Y justamente es en el campamento donde los jóvenes encontramos nuestra esencia.
Campamento igual a: contacto con el medio, convivencia, silencio.
Alejados del ruido del mundo cotidiano los jóvenes podemos también hacer silencio en nuestro interior, y escucharnos.
El campamento desde nuestra concepción es un encuentro con nosotros mismos, Y justamente es en el campamento donde los jóvenes encontramos nuestra esencia.
Campamento igual a: contacto con el medio, convivencia, silencio.
Alejados del ruido del mundo cotidiano los jóvenes podemos también hacer silencio en nuestro interior, y escucharnos.
En el campamento no se puede fingir, no se puede ser otro, tarde o temprano la convivencia permanente, el compañerismo y la paz del entorno nos relajan y distienden, y uno deja afluir aquello que mantiene oculto, tarde o temprano, uno es uno mismo.
A menudo los jóvenes no sabemos todo lo que somos, y mucho menos todo lo que podemos ser. Los jóvenes somos potenciales, en el campamento nos descubrimos.
Nosotros decimos, “que el campamento hace su trabajo a pesar nuestro”, en realidad el trabajo lo hacemos nosotros sin saberlo en los demás y los demás en nosotros.
La convivencia, nos lleva a adaptar nuestros modos de vida, aprender a respetar y comprender los tiempos de los otros y tambien a cuestionar los propios.
Y todo eso surge de nosotros, y lo hacemos con alegría.
En el campamento todo es trabajo en equipo. Cualquier actividad, sea grande o chica, se lleva acabo como algo nuevo, diferente.
Estamos en paz con nosotros mismos, incluso tenemos un poco más en claro lo que queremos; comenzamos a observar al resto de los participantes y tomamos conciencia de grupo.
Al compartir lo que somos nos encontramos con muchos jóvenes que piensan o sienten como nosotros y nos identificamos, en el campamento uno abre sus puertas para compartir y se descubre en las experiencias de los otros. Compartiendo valores y proyectos nos reconocemos como grupo y nos proponemos metas, nos sentimos fuertes en la compañía de otros jóvenes, que creen y sueñan como nosotros y eso nos abre la posibilidad de llevarlos a cabo. Por eso, si hacemos bien el trabajo, no termina todo cuando el campamento acaba y el grupo allí empieza.
El encuentro con otros jóvenes nos brinda seguridad y la posibilidad de realización personal al compartir metas y proyectos como grupo. Por eso ser casi sustancial el acompañamiento posterior para que esa vivencia se vuelva posible, es un caminar constante que la madurez le permite al grupo creer que los cambios son posibles, reales, palpables… que comenzaron en uno, pero hay que transformarlos en nosotros, ese desafío de transformación comunitaria es lo que posibilitara otros cambios en nuestras relaciones, en nuestros proyectos, en nuestro entorno…incluso en nuestra sociedad.
Encuentro con la naturaleza
La cultura ecológica no es simple (o complicada) ecología, es un tipo de vida que se adquiere con la práctica y viviendo (experimentando) los problemas que pretendemos solucionar.
Por eso nuestro campamento, va más allá del encuentro personal y con otros jóvenes, y busca un encuentro con la naturaleza.
Hay cosas que no pueden explicarse, hay que vivirlas.
Una tormenta (su viento, sus rayos y relámpagos, su fuerza y la sensación de estar a merced de la madre naturaleza en toda su furia y majestuosidad) no se puede describir, se necesita sentirla para entenderla, con los valores ecológicos es igual.
Tener la experiencia de ver y comprobar lo aprendido, de encontrarse con el medio que intentamos defender para saber qué es lo que estamos protegiendo y porque lo hacemos; es la forma que elegimos de incorporar la ecología como un valor de nuestra cultura cotidiana.
Los chicos de la ciudad que protegen y defienden la ecología pero no la conocen realmente necesitan un encuentro con el medio. La posibilidad de palpar algo que en abstracto es difícil de captar, de ver esas tantas hectáreas de quebracho blanco que se está extinguiendo y escuchar de boca de un lugareño porque no queremos que se extinga.
Vivir en carne propia los problemas de los que hablamos nos hace compartirlos, sentirlos y hacerlos nuestros.
No hablo de ecología en su concepto más usado, hablo de la ecología como valor entre los jóvenes, Como parte de nuestra vida cotidiana, como cultura.
Pensemos que este valor es parte de la cultura de muchos jóvenes en el interior de nuestro país, jóvenes que quizás no conocen la ecología, o no creen que lo que ellos hacen tiene que ver con eso, pero viven una cultura ecológica en la cual su vida cotidiana se desarrolla en un contexto de respeto y apreciación hacia el medio ambiente.
Por eso, a partir de Compartir los problemas y hacernos parte de la solución, los Jóvenes podemos crear una cultura ecológica. Y eso es lo que queremos transmitir.
Se trata de tomar conciencia de nuestras posibilidades conocer otra realidad y ampliar nuestros horizontes. De lo que vivamos hoy depende el hombre o mujer que seamos en el futuro.
Si hoy aprendemos a compartir los problemas, mañana podremos hacerles frente y encontrar las soluciones.
Encuentro con la cultura del otro
El campamento nos brinda la oportunidad de convivir con personas de diversas historias y tradiciones. En cada interacción, descubrimos que la cultura del otro no es ajena, sino un puente hacia la comprensión y el respeto mutuo.
Compartir comidas, historias, canciones y modos de vivir nos enriquece y nos ayuda a derribar prejuicios. Este encuentro nos enseña que las diferencias no nos separan, sino que nos complementan.
Es en esa convivencia donde crece nuestra capacidad de valorar lo diverso, y entendemos que el diálogo entre culturas es esencial para construir un mundo más justo y solidario.
Encuentro con la espiritualidad y lo trascendente
Lejos del bullicio cotidiano, el campamento se convierte en un espacio para mirar hacia adentro y hacia lo infinito. La inmensidad del cielo estrellado, el murmullo del río o el calor del fuego compartido despiertan en nosotros preguntas profundas: ¿Quiénes somos? ¿Qué buscamos?
Este encuentro con lo trascendente nos invita a reflexionar sobre el sentido de nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestra conexión con el universo.
Es una experiencia que va más allá de lo visible, abriéndonos a lo espiritual y despertando en nosotros el anhelo de vivir con propósito y plenitud.