Recreación Social, Proyectos, desafíos y utopías Compartir
Trabajar en proyectos a largo plazo es siempre un desafío, sobre todo en un país en donde los programas de desarrollo (y otras muchas cosas), dependen de la buena voluntad de la gente y donde dar continuidad a las actividades es imposible, porque casi siempre la gestión siguiente (políticos – estado –comisión, etc., etc.), se encargara de reemplazar lo hecho o en el mejor de los casos ignorarlo.
Esto es algo que no solo nos pasa a nivel de gobierno con los planes y programas de desarrollo social sino también en nuestras instituciones y grupos que dependen más de personas de buena voluntad, que de proyectos, participativos, comunitarios y eclesiales.
Trabajar en proyectos a largo plazo es siempre un desafío, sobre todo en un país en donde los programas de desarrollo (y otras muchas cosas), dependen de la buena voluntad de la gente y donde dar continuidad a las actividades es imposible, porque casi siempre la gestión siguiente (políticos – estado –comisión, etc., etc.), se encargara de reemplazar lo hecho o en el mejor de los casos ignorarlo.
Esto es algo que no solo nos pasa a nivel de gobierno con los planes y programas de desarrollo social sino también en nuestras instituciones y grupos que dependen más de personas de buena voluntad, que de proyectos, participativos, comunitarios y eclesiales.
Trabajar con niños en riesgo, con sus derechos vulnerados o por vulnerar, o en situación de calle, pre carcelados, o como desees llamar a estos pequeños actores sociales de nuestras urbes, requiere entonces de una planificación consciente y comprometida…una actitud “misionera” en el sentido de darle la continuidad necesaria y de estar dispuesto a respetar los tiempos de adaptación, confianza y sobre todo de un afecto reciproco que nos permita llegar donde los valores se hacen carne, y allí, donde los cristianos diríamos… la conversión o el cambio comienza a producirse.
El segundo gran desafío es romper las barreras que nos impiden trascender las fronteras de nuestras instituciones y grupos para salir a buscarlos, cruzar esa línea que separa la comunidad, el grupo (club, iglesia, movimiento, capilla, movimiento, ideología, etc.), para adentrase en la vulnerabilidad y la desprotección.
Ir a su territorio, en donde es necesario comprender como y donde viven, viviendo con ellos.
Llegar a la puerta de sus casas, acompañarlos, caminar el barrio, la población, con él, con ellos… esto debe ser parte de nuestra planificación concreta, este acompañamiento será parte de las actividades propuestas, mucho más que posiciones ideológicas que terminan cayendo frente a realidades pragmáticas en sí mismas.
Esto es prioridad para cualquier construcción comunitaria y social que quiera tener continuidad y que sea fermento en la masa.
Los prejuicios y los miedos
Nuestros prejuicios tienen que ver con nuestra historia, y con todo lo que nos influye consciente e inconsciente, por lo tanto esto es algo con lo que debemos luchar cotidianamente para poder estar abierto a nuevas experiencias…a conocer otro estilo de vida, el de los marginados y postergados de nuestra sociedad.
Si en cada situación que vemos, si en cada experiencia vivida en este acompañamiento vamos a estar juzgando que se debería hacer mejor, que los padres esto, que la madre lo otro, que esta actividad, este tiempo, etc.; etc. va a ser imposible llegar a ellos con claridad y sinceridad.
Una actitud abierta a compartir mi vida con ellos sin juzgarlos me permite, poder mostrar otra realidad, otras posibilidades, que otra vida es posible, con dignidad, con igualdad, porque tenemos derecho… el de la libertad que es la posibilidad de conocer y conociendo se puede elegir…y cambiar nuestro mundo.
Valorar la cultura que viene desde nuestras provincias, de nuestro interior, de nuestros hermanos vecinos de países limítrofes y potenciar los valores que nos hacen persona, será otra tarea a encarar… no hay que saber de antropología para averiguar cómo viven nuestros hermanos bolivianos o paraguayos, cuál es la virgen de que son devotos o como son sus fiestas populares, su música y es su estilo de vida… solo hay que estar con ellos compartir la vida caminar un domingo en el barrio, las ferias populares, la canchita de futbol.
Estar con ellos… para que en algún momento ellos decidan estar con nosotros… ese será el comienzo, un principio para comenzar a trabajar en el hacer cotidiano de una nueva cultura que nos involucre y que nos ayude a cambiar a ambos, si creemos que solo ellos deben cambiar, tenemos que volver al principio y empezar a leer la nota nuevamente…entender esto es crucial en la educación popular y en sobre todo en la evangelización, no hay evangelización sin caridad, no hay caridad sin compromiso….
Desde esta mirada (con mucho esfuerzo y tratando de aprenderlo día a día...), es que el 2003 estamos trabajando con los niños de Villa Independencia en el gran Buenos Aires y Taninga, dto. Pocho en Córdoba.