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Nada se construye solo, casi siempre con compromiso y tiempo los sueños se vuelven una realidad.

Las transformaciones son a largo plazo. Lo que comenzó como un simple trabajo dentro del proceso educativo, una herramienta de cambio y compromiso entre compañeros, se fue convirtiendo en una necesidad personal y comunitaria de transformación y solidaridad con los demás.

Esa participación, que fue evolucionando hacia una comunión frente a las necesidades de la sociedad y las comunidades cercanas, permitió que el espacio escolar trascendiera los límites de la escuela. Así, se dio paso a una conciencia crítica que no podía ignorar la realidad social imperante. Ese activismo solidario se fue transformando en un generador de vocaciones profesionales, muchas de ellas vinculadas a lo social, lo educativo y los derechos humanos. Algo que cada miembro de Coy Aike llevó consigo, más allá de los límites del propio grupo.